Efrén dividido by Ernesto Cisneros

Efrén dividido by Ernesto Cisneros

autor:Ernesto Cisneros
La lengua: spa
Format: epub
editor: HarperCollins
publicado: 2023-04-24T00:00:00+00:00


Capítulo 10

Efrén sintió un suave empujón en su hombro.

—Mijo. Mijo —dijo su apá—. Lo siento, pero necesito darme un regaderazo rápido. Señaló el círculo oscuro en su sobaco. —No puedo ir a trabajar todo apestoso.

Efrén estiró los brazos recordando que aún estaba en la bañera.

—Oh, hola, apá. Lo siento, me quedé dormido leyendo.

Apá se rio.

—Eso supuse. —Se agachó y envolvió sus brazos alrededor de Efrén—. A ver, déjame echarte una mano. —Sacó a Efrén con poco esfuerzo.

La fuerza de su apá sorprendió a Efrén.

—No puedo creer que todavía puedas hacer eso.

—A decir verdad, a mí también me sorprende —dijo su apá, riéndose nuevamente—. Algún día, serás demasiado grande como para que te cargue. But today is not that day. Así que vamos, tienes que ir a la cama. Es demasiado temprano para que te levantes.

—Está bien, apá. —Efrén se puso el libro bajo el brazo, abrazó con cuidado la manta y la almohada y se dirigió a la sala. Max estaba tendido sobre el colchón, roncando levemente, mientras Mía se aferraba a su muñeco de peluche desnudo.

Azules rayos de luna se asomaban a través de las persianas rotas. Efrén miró hacia el colchón vacío y sacudió la cabeza. Las sábanas seguían tendidas como la noche anterior. Efrén no entendía de dónde sacaba su apá la energía. Incluso después de todo el tiempo extra que trabajaba intentando recaudar dinero para traer de vuelta a su amá, todavía hallaba tiempo para preocuparse por ellos.

Esto era todo lo que Efrén necesitaba ver. “Si apá puede ser tan fuerte, ¿por qué yo no?”. Quería resolver sus propios problemas, también. Fue entonces cuando decidió contarle todo a David. Todavía no sabía exactamente lo que iba a decir. O por dónde empezar. Pero sabía que las palabras vendrían cuando llegara el momento adecuado.

Tenían que venir. Su amistad estaba en juego.

Efrén quería llegar a la escuela con tiempo suficiente para encontrar a David, así que dejó a Max y Mía un poco antes de lo normal. Los tres llegaron tan temprano que fueron los primeros en la fila del desayuno escolar. Max tenía la ilusión puesta en un poco de pan dulce y leche con chocolate, Mía en pancakes chiquitos, los que traen trocitos de jarabe adentro, que la escuela servía a veces. Lamentablemente, ambos tuvieron que conformarse con Cheerios genéricos y plátanos ligeramente magullados.

Cuando los cuates hubieron desayunado y el supervisor del patio de recreo los tomó bajo su cargo, Efrén se apresuró a llegar a su escuela.

La entrada principal de la escuela estaba totalmente vacía a esa temprana hora. La mayoría de los muchachos se juntaban en la cafetería para desayunar y platicar. Algo que nunca había hecho antes. No con los desayunos milagrosos de su amá que se realizaban todas las mañanas. Corrección. Con los milagros que había hecho antes su amá.

Efrén se acercó a las mesas, preguntándose si su escuela estaría sirviendo el mismo desayuno de cereales que la primaria. Echó un vistazo rápido a lo que los muchachos tenían en sus platos. No.



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